Hermanos tóxicos que recuerdan a Caín y Abel ¿Qué hacer?

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Hermanos tóxicos que recuerdan a Caín y Abel ¿Qué hacer?

Cuando estamos pequeños, luego de papá y mamá, la figura de los hermanos es la más importante para nuestra socialización primaria.  Si son contemporáneos, los hermanos irán de etapa en etapa acompañándose en los juegos infantiles y en las aventuras adolescentes, casi que experimentando al paso los mismos acontecimientos.

Sin embargo, esta hermandad no debe darse por sentada. Que dos personas sean criadas bajo el mismo techo, con los mismos valores y que compartan los mismos genes, no los hace inseparables. Es una realidad que, aunque dolorosa, hay que aceptar: existe la rivalidad entre hermanos.

Aun de pequeños, pueden no llevársela bien y en esa etapa empiezan las peleas y un clima de hostilidad en el hogar que los padres no saben cómo controlar.
“Las relaciones complicadas entre hermanos pueden llegar a ser muy intensas y generar situaciones en las que la hostilidad, la rivalidad, la competitividad, los celos y, en ocasiones el odio pueden manifestarse” explica la página Psicología y Mente.

Estos son los motivos más frecuentes de peleas entre hermanos:

Trato no equitativo por parte de los padres

A veces el origen de la disputa es por la preferencia que uno de los padres, o ambos, manifiestan por alguno de los hijos. Comprarles mejor ropa, el monto de la mesada, la concesión de permisos e incluso las muestras de afecto (más abrazos, más besos, más tiempo juntos) son aspectos que los padres deben cuidar en búsqueda de ser más equitativos. Un trato diferenciado a los hijos produce heridas reales en quien lo recibe y vivirá con ello el resto de su vida. Los celos y la envidia van dirigidos al hermano y el resentimiento a los progenitores.

Peleas por causas económicas

De pequeños, las quejas entre hermanos comienzan por un juguete o cuando alguno siente que es mejor tratado que el otro por parte de los padres. Pero de adultos, los conflictos van escalando a asuntos más delicados como una herencia o el cuidado de los padres, por ejemplo.

Es bastante frecuente que cuando no existe solidez económica de los progenitores, la manutención se vuelve otro foco de discusión.

Por desgracia, con el transcurrir de los años las diferencias entre hermanos se pueden profundizar y producir mucho sufrimiento. Si ese es el caso, lo mejor será alejarse. Es un precio demasiado alto, pero si la relación ya se ha tornado muy tóxica no vale la pena insistir en la infelicidad. La distancia no quiere decir durar años sin tratarse, sino hacerse consciente de que por un tema de personalidad o de cosmovisión no lograrás empatizar con quien debería ser tu mejor aliado. Sin agredirse, lo mejor será seguir adelante y mantener un contacto básico.

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